lunes, 15 de febrero de 2010

Almodovar, la academia (de cualquier disparate), y la diferencia.

Por Lola Camanance

Almodovar red


   En Colombia la academia respetable se ancla en las universidades, en donde en algunos casos realiza proyectos interesantes, pero en donde en muchos casos, en muchos más que los pocos resaltables, hace pachorras por publicaciones y malabares por investigaciones.
   (El párrafo anterior no me argrada. Luce desprendido, falto de fuerza, algo extraviado. Las dos metáforas del final, explícitas en su destino, apenas salvan la argamasa escrita que hunde el resto. Lo intentaré de nuevo. Esta vez sin mucho enredo y manteniendo todo presentable).
    En Colombia la academia que se atribuye rasgos competitivos es mucha, pero la que en verdad los cumple es poca. Los profesionales no son el problema de este debate, mi verbo alude en dirección de lo que representa la "academia" en este páis de Ubérrimos, analfabetas, estafadores y estudiantes.
   (Diciéndolo de esta segunda manera el problema se me politizó a gramos, pero no me parece mala cosa. Uribe ha sido una figura de enemistad con la población universitaria en sus 8 años de gobierno, porque los de clase altísima que estaban con él ya se le voltearon, es decir, uniandinos, sabaneros, javereanos. Y por ese hecho, de que el líder de un estado sea un public enemy de la academia, es válido tratarlo en un intento de definición de la academia, aunque este escrito no pretenda hacerlo).
   Me dio por hablar de academia porque me contaron una historia de artistas que desaparecen al tiempo que personajes fictiosos caminan el mundo real. Los premios Goya, galardón insignia del cine español, de la academia de cine español, fueron entregados hace pocas horas. Cuando presentaron al invitado que entregaría el premio a mejor película, Almodovar salió de la nada, como aparece un atracador donde menos se le espera. Entregó el galardón, pero en verdad el premio era otro: su regreso. Y su reconciliación con esa institución ibérica que ha dado para puños y besos y sequias. Ese fue el premio, o el hecho principal de la gala, o el comentario obligatorio de cada ciudadano español que se hubiera sentado a ver los premios y se levantara otra vez a camianr el mundo.
   No sé en qué se diferenciarían las artes si no existieran premios. Me imagino que no en mucho. Curiosamente la academia, como Hollywood, Planeta o Quiere Cacao, también da premios. En ese ámbito de universidades, debates, investigaciones y bibliotecas, lo mejor es ser reconocido por dar prueba de lo que puede hacer el conocimiento humano. En el ámbito de las películas y de otro tipo de artes, la academía puede ser una máquina de hacer dinero o un templo sagrado que pocos conocen,  y si da premios el reconocimiento es importante, y si no los da a nadie se le rompe la madre.
   La editorial Planeta es un ejemplo de máquina de hacer dinero que da premios para hacer llamativos a escritores no muy buenos que hacen libros regulares. Una frase larga para un hecho que tiende a confundir a los lectores. Lo de Planeta no es lo de Tusquets, que entrega premios para que el lector tenga la certeza de hayar en ese autor una literatura de calidad. En la casa editorial de José Obdulio Gaviria, entregan premios para que la registradora tenga la certeza de hayar una cifra de utilidad.
   (En el anterior párrafo dejé de escribir. Fui a la cocina, preparé un café, bebí con tranquilidad y regresé a mi cuarto. He leído lo que he escrito y me parece una basura, creo que me deberían de dar el premio al lector aburrido o que Planeta debería editar en edición de lujo los saldos que dejo tirados en mis reflexiones frente al teclado. Mejor aún, debería llegar una cuadrilla que desaparezca malos escritores, sí, que entren a mi casa, me engañen, me saquen--como lo hicieron con Nicolás Castro--, y me arresten o me torturen, sólo por saber de dónde puede venir tanta basura literaria. Aunque colocándome en los zapatos del torturador oficial, creo que mi arresto y posterior asesinato sólo servirían de estímulo para que otros escritores peores que yo, intenten ser asesinados escribiendo malos cuentos, pésimas novelas, erroneos poemas y periódicos medioceres. Todo esto me aburra y me asusta, por eso miro otra página de internet, cierro el Firefox, bebo más café y encuentro este video de un científico gringo en el que explica varias razones por las que somos diferentes: Ver conferencia ¿Por qué los humanos somos únicos?
   Les quedo debiendo el cierre del parentesis y más charla sobre academia. Mientras tanto les recomiendo ver la impostura de Almodovar en los Goya, para ver cómo se reconcilia la academia del siglo XXI, muy diferente a la de la Ilustración, y les recomiendo más aún leer lo que parezca estar escrito al revez, interpretar lo que nada parece dejar y olvidar que había un principio y un fin.